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5 SECRETOS PARA COMUNICARTE CON TU HIJO ADOLESCENTE


¿Te Frustra Que Tu Hijo No Te Escucha?

¿Te diste cuenta que de repente tus hijos te dejaron de escuchar y no te hacían caso?

Piensa cuando y como te ocurrió por primera vez. Cuando esto te pasa, es muy frustrante y te sientes impotente. Sin querer te hace pensar y te preguntas, ¿Qué hice para que me trate así?

La clave es como responder y si respondes presionando a tus hijos, se pondrán a la defensiva y serán más tercos. Por otra parte, se vuelven reactivos en forma explosiva o se quedan callados o te ignoran.

Cuando ellos están calmados, pueden pensar lo siguiente: Mis padres no tienen idea de cómo me siento o por lo que paso, entonces, ¿cuál es el punto de que traten de explicarme?  Y así, simplemente se desconectan.

Cuando se mantienen callados o explotan, son las dos formas en que tus adolescentes intentan controlar su estrés y defenderse. Debes pensar que esas puedan ser las únicas formas en que tu adolescente sabe cómo comunicarse. Cuando se comunican de esa manera, es cuando las cosas se ponen intensas, y por supuesto, solo causa más conflictos.

Uno como padre se siente frustrado cuando nuestros hijos no te hacen caso. El punto débil de cada padre, es que no tomamos una clase de cómo comunicarnos con nuestros hijos o no tomamos un curso de ventas.

La falta de una comunicación efectiva, empezó desde que empezaste a criar a tus hijos y no ocurrió de la noche a la mañana. Ahora necesitas aprender a comunicarte con ellos, con una mejor comunicación.

Te comparto 5 secretos que encontré y que son realmente útiles para comunicarte con tus hijos durante los años difíciles de la adolescencia.

    1.   Comience con la comprensión, incluso cuando no comprendes

Existe un secreto simple que te ayudará en todo lo que hagas con su hijo adolescente. No importa lo difícil que pueda ser, intenta comenzar todas las interacciones con tu hijo con comprensión, incluso si no estás totalmente de acuerdo o no comprendes lo que ellos están hablando.

Fíjate en este ejemplo: Te encuentras a tu hijo conversando en línea con sus amigos y se supone que debe estar haciendo su tarea escolar. Te vuelves loco porque te pones a pensar: "No le está yendo bien en la escuela y no parece que le importe o entienda que necesita hacer su tarea".

Tu hijo, por otro lado, está pensando: “Tengo que conectarme y hablar con Tony. Si no empezamos a hablar después de la pelea que tuvimos hoy en el pasillo, todas las chicas estarán en mi contra”.

En ese momento, tú y tu hijo viven en dos realidades diferentes. Creo que debes preguntarle a tu hijo,  ¿por qué estás chateando? Intenta comprender su realidad, aunque no la entiendas. Una vez que sepas lo que está sucediendo, intenta decir:

“Entiendo lo difícil que es para ti, cuando tienes una pelea con uno de tus amigos. Pero también sé que debes pasar la prueba mañana. El trabajo escolar es tu trabajo y es tu responsabilidad, ¿no crees es importante que hagas tu mejor esfuerzo posible?

¿Qué te parece si nos sentamos y vemos la mejor manera de que administres tu tiempo esta noche?

Trata de evitar decir, "Entiendo, pero...", lo que simplemente descalificará lo que acabas de decir. Comienza desde un lugar de comprensión e intenta ponerte en el lugar de tu hijo antes de decirle que tiene que cambiar.

“Hablarles con preguntas a mis hijos, fue muy importante para mí, porque evita que sientan que lo estas atacando y a la vez evita una confrontación”

    2.   No te emociones, ni lo tomes como algo personal

La emoción es tu enemigo cuando intentas comunicarte con tu hijo adolescente. Recuerda, que lo que tu hijo dice y hace, no es un reflejo de ti. Puede que no te guste cómo se está comportando, o incluso cómo está pensando, lo importante es que mantengas tus emociones alejadas.

Yo sé que es difícil, pero es muy, muy efectivo y es una habilidad que puedes aprender como cualquier otra. De hecho, comparto con padres que se repitan este mantra antes de hablar con sus hijos:

“Este es solo el trabajo de ser padre. No es personal"

Si te pones a pensar, no hay razón de enojarte con tu hijo por ser él mismo. Puede que esté tomando malas decisiones, pero la verdad es que todavía no tiene la habilidad de ver las consecuencias.

Entonces, tu trabajo, es ayudarlo y guiarlo hacia mejores opciones para que, a su vez, pueda desarrollar mejores habilidades para resolver problemas. Intenta concentrarte en tu trabajo como padre, te ayudará a ser menos emocional. Cuando te sientas frustrado, recuerda, no lo tomes personalmente.

    3.   Has preguntas honestas - Preguntas no cargadas (intencionadas)

Es muy importante hablarles con preguntas a tus hijos. Así sabrás si está aprendiendo y entenderás como se está desarrollando y lo que está aprendiendo.

Tu hijo necesita saber qué crees en él y que le quieres ayudar a salir adelante en su vida. Al hacerle preguntas, comenzarás a desarrollar una verdadera confianza en él. Así que enséñale a resolver las cosas por su cuenta.

No hagas preguntas intencionadas que pongan a tu hijo a la defensiva. Por ejemplo ¿Por qué no puedes levantarte a tiempo? ¿Qué sucede contigo? Estas preguntas te llevan a un conflicto con él y no a la solución.

En cambio, intenta abrir una conversación con: Carmen, ¿tienes alguna idea de cómo podrías levantarte a tiempo?

Si dice que no sabe, ofrécele algunas ideas y pregúntale, ¿cuál de estas ideas se te hace mejor? Hazle saber a tu hijo que sus problemas son suyos para resolver. Dale oportunidad de resolver sus propios problemas.

Pero asegúrate que sienta que estás allí para ayudarlo a encontrar soluciones, que le van ayudar. Es importante dejarlo lidiar con las consecuencias de sus comportamientos.  “Cuando te metes en un problema, significa ser dueño de las consecuencias”

Tu objetivo final es ayudar a tu hijo a pensar por sí mismo. A su vez, lo ayudará a sentir que tiene cierto control sobre su mundo.

Escucha abiertamente lo que te dice y pídele que piense críticamente sobre cada opción. ¿Qué crees que te va a funcionar y cuál será el problema de cada decisión que tomes? ¿Entiendes cuáles serían las consecuencias?

    4.   No "necesitas" el buen comportamiento de tu hijo

No sientas ni le muestres a tu hijo adolescente, como si necesitaras su cooperación, su validación o su buen comportamiento.

Tan pronto como necesites algo de tu hijo y él se pueda sentirse mejor, te puede poner en una posición vulnerable y el sentirá que no necesita dártelo.

Cuando necesites algo de él y no lo obtienes, naturalmente se esforzará más por controlar y manipular. Y tu hijo se volverá más y más desafiante o al contrario, hará caso pasivamente y ninguno de los dos es bueno.

La verdad es que no necesitas a nadie más que te apoye. Puedes con seguridad resolver tus propios problemas. Entonces, si tu hijo está actuando mal, ese es su problema. Tu problema es decidir cómo vas a elegir comportarte con él. Eso está en tus manos, no en las de él.

Pregúntate: “¿Cómo quiero actuar, sin importar cómo él esté actuando? ¿Qué puedo aguantar y qué no puedo hacer? Retira tu poder y dices a ti mismo: "Si mi hijo me está gritando, en vez de hacerlo a que pare, es buena idea darme la vuelta, me alejo y no me engancho con él. 

Hazle saber a tu hijo que no hablarás con él hasta que pueda acercarte a ti amablemente. Aquí está la verdad: cuando no intentas que tu hijo cambie o se comporte bien, podrás pensar en mejores opciones de cómo tratarlo. Y tu hijo será menos desafiante, porque no tendrá a nadie a quien resistirle. Cuando no estás tratando de controlarlo y no reaccionas, tendrá que luchar con el mismo, en ves que con contigo.

    5.   No hagas nada hasta que ambos estén tranquilos

Otra buena regla, es evitar hacer algo hasta que ambos se hayan calmado. Recuerda, que no necesitas responderle a tu hijo cuando estás molesta o cuando el este molesto. Te tomas unos minutos e simplemente no digas nada.

Cuando las emociones se han nivelado, puedes sentarte y hablar con él. Nunca es bueno tratar de plantear un tema difícil o resolver un conflicto tenso del momento. Entonces, si tú o tu hijo están molestos, has una pausa y regresa cuando puedas abordar las cosas de manera más tranquila.

Si intentas conversar con tu hijo y él es grosero o está fuera de lugar, es cuando tienes que aferrarte a ti mismo y asegurarte de que no te dejes arrastrar a una pelea. Si su relación con tu hijo actualmente es tal que es imposible tener una conversación abierta y respetuosa, recuerda que todavía es tu trabajo mantenerte firmemente plantada.

Recuerda de “No acercarte a tu hijo cuando no debes hacerlo”  No importa lo que pase. Si puedes hacer esto de manera consistente, con el tiempo el acoso y el antagonismo deberían calmarse.


    

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